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SI YO…

Si yo gano una calle o una ruta a bordo de mi coche, que carece de luces, o paragolpes, o su sistema de frenos se encuentra averiado, o la dirección rota, soy un terrible hijo de puta, que pone en riesgo la integridad física de un semejante. Convierto a ese coche en un arma letal. Lo mismo si me encuentro alcoholizado, sin capacidad de dirigir mis actos y mis acciones.

Traslade el ejemplo a un medio de transporte colectivo y masivo. Seguramente, le va a costar encontrar la calificación.

Pero así como yo soy responsable de cualquiera hecho luctuoso que pudiera provocar con mi coche, existen responsables que igualmente deben responder civil y penalmente, por haber provocado una tragedia que involucra a cientos de personas, incluido el núcleo familiar de cada una de ellas. La muerte, las secuelas físicas cuya gravedad hace imposible que alguna de esas personas pueda reinsertarse en el mundo social y laboral, las secuelas síquicas que comprometen la salud mental de unos y otros, adquieren en este caso, consecuencias imposibles de dimensionar. Por supuesto que si extrañamente se hiciera justicia, no existirá reparación posible capaz de mitigar semejante escarnio.

Una madre busca a su hijo/a; una mujer embarazada de nueve meses, a su esposo; un hijo a su madre o a su padre. Si no figura en la lista de internados o atendidos en los distintos hospitales de la Ciudad, Sanatorios o algún otro centro de asistencia médica, la alternativa es “buscarle en la Morgue Judicial”. No intente ponerse en el pellejo de alguno de ellos…sabe perfectamente que no lo conseguirá.

Pero ocurre que Ud., no encuentra a ese ser amado. Hasta se le niega la posibilidad patética de reconocerle entre los fallecidos…cuerpos destrozados, algunos solo reconocibles a través de un tatuaje, una señal corporal…hasta la vestimenta.

¿Existe la posibilidad que alguna de éstas personas, víctima de semejante shock emocional se encuentre deambulando por la vía pública?. Sí, existe, y habrá que dar con ella. De otro modo, habría que descansar en la impensada posibilidad que aún permanezca entre los hierros retorcidos de “el tren del desprecio humano”.

Le confieso que mi capacidad de razonamiento se ha bloqueado. Perdone entonces, le deje. Me puedo equivocar, en tanto me traicione la razón; jamás careciendo de ella.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com

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