La Ciudad POL

EL FUTURO SOCIAL DE LA VILLA OLÍMPICA DE SOLDATI

Luego de las Olimpiadas Juveniles 2018, las construcciones realizadas en el barrio de Villa Soldati podrán usarse como viviendas.

UNA VILLA PARA LA GENTE

Como solía repetir Eduardo Sacriste, uno de nuestros maestros de la arquitectura, la ciudad y el lenguaje son uno de los inventos más sofisticados que creó el hombre. Pero nunca están terminados, siempre se están reinventando. Tal el caso de nuestras legendarias manzanas que hoy el Gobierno de la Ciudad está sometiendo a experimentación en lo que será la Villa Olímpica para los Juegos Juveniles 2018 en el Sur porteño.

Hagamos un poco de historia. Desde que las Leyes de Indias la impuso, la manzana ha sido la unidad básica de desarrollo de nuestras ciudades. Fue así hasta que otras ideologías urbanísticas irrumpieron con ideas revolucionarias.

Con el fin de tener una ciudad mejor organizada, más funcional, sana e higiénica, el llamado Urbanismo Moderno intentó deshacerse del tejido abigarrado producido por la manzana para reemplazarlo por parques de donde emergieran bloques o torres de viviendas bien ventilados e iluminados. El resultado, por lo menos en nuestro país, no fue siempre el esperado. Parque fue sinónimo de terrenos baratos, inundables y lejos de los lugares de trabajo. Los bloques o las torres frecuentemente mal construidos y mal mantenidos se convirtieron en un popurrí de patologías edilicias. Claro que hay ejemplos donde funcionaron bien como el del conjunto Catalinas Sur o los bloques del Barrio Simón Bolivar al lado de Parque Chacabuco, pero abundan los que solo salen en las páginas de la sección Policiales como el famoso “Fuerte Apache”.

En los años ‘80, Berlín empezó un proceso de reconstrucción de sus áreas degradadas. Fue entonces que este nuevo laboratorio de la vivienda conocido como el IBA de Berlín (International Building Exhibition Berlin) se inclinó por volver a reproducir los mecanismos de la ciudad histórica dándole una nueva vuelta de tuerca a la manzana tradicional. Una idea similar fue la que se implementó en la villa para los Juegos Olímpicos Barcelona´92. Y que a su vez luego inspiraron las manzanas de viviendas, lofts y oficinas de nuestro Puerto Madero.

Ahora los ensayos llegan al Sur porteño. El lunes pasado se conoció el resultado del segundo de los cinco concursos organizados por el Ministerio de Desarrollo Urbano porteño y la Sociedad Central de Arquitectos para completar las 7 manzanas que conforman las viviendas de la Villa Olímpica para los Juegos 2018. Estarán en Villa Soldati, dentro del Parque Roca, y pasarán a cubrir las necesidades habitacionales que surgirán del desarrollo planificado para el área.

Lo más innovador de este certamen es la modalidad con que se ha implementado. Las manzanas, llamadas Unidades de Gestión, ya vienen con su morfología predefinida por los lineamientos del Modelo Territorial del Plan Urbano Ambiental. Tienen unos 80 por 80 metros de lado, un centro libre de manzana y una altura límite que no supera los 10 pisos. A su vez, cada Unidad de Gestión se subdivide en 8 o 10 macrolotes de unos 25 por 25 metros que son los que se someten a concursos de arquitectura.

En el primer certamen se definieron unos 6 edificios diseminados entre las 7 manzanas. El trabajo ganador del equipo de arquitectos formado por Daniel Huespe, Juan Pablo Accotto, Maricruz Errasti, Mauro Barrio y Pablo Carballo propuso un sistema de edificios con patios en altura adaptables a los distintos lotes y a las diversas orientaciones. Y, además, planteó unas manzanas con centros de manzana bien abiertos y permeables, equipados con tanques que almacenan agua para riego y buena vegetación, de tal manera de convertirse en pulmones verdes para la Ciudad.

Pero lo más interesante de esta iniciativa es que la consigna para el segundo concurso y los siguientes tres es que los proyectistas tomen en cuenta los proyectos precedentes. Y así se vayan completando las piezas del tablero y reproduciendo de alguna manera la construcción histórica que es en definitiva la Ciudad. Construyendo en cada manzana un paisaje urbano variado, con diversidad de soluciones “que evite situaciones de repetición u homogeneidad” que resultarían del lápiz de un único arquitecto.

El trabajo ganador del segundo concurso abarca otros tantos macrolotes que comparten manzanas con el certamen anterior. El equipo vencedor formado por los arquitectos platenses Guillermo Castellani, Juan Martín Flores, Gabriel Martínez, Leandro Moroni, Alberto Sbarra y Enrique Speroni propone lo que llaman “pequeñas casas en altura”. Plantean sobre la calle unas generosas terrazas jardín que a su vez ofician de reguladores climáticos de las viviendas y de protección de los muros y las carpinterías.

Otro dato no menor es que, según las bases del certamen, las dimensiones mínimas de estas viviendas son mayores a las habituales. Y hasta los dormitorios suman 2 metros más a los exiguos 10 metros cuadrados que exigen nuestras normas de habitabilidad actuales.

Fuente: Clarín

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