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EL PARTIDO QUE VIERON 5 PERIODISTAS

5 lecturas imperdibles

LA MIRADA DE OTROS

Interesantes 5 relatos de periodistas que estaban en el Maracaná en la gran final que jugaron las selecciones de fútbol de Alemania y Argentina: José Mastandrea, para El País, de Montevideo (Uruguay); José Sámano en El País, de Madrid (España); Cristian Caamaño, del diario La Tercera, de Santiago de Chile; Héctor Ortiz, para el diario Milenio, de Ciudad de México; y Alejandro Pérez y César Moreno para la revista Semana, de Bogotá (Colombia). Aquí fragmentos de las crónicas.

El juego de las coincidencias sobre el partido de fútbol:

1. No se puede creer lo que erró Gonzalo Higuaín.

2. Ni Rodrigo Palacio.

3. Es una máxima del fútbol: gol que se erra, lo convierte el rival.

4. Alemania tuvo más resto físico que la Argentina.

5. Fue un golazo el que marzó Götze.

6. Argentina le complicó mucho a Alemania durante todo el juego.

7. No le sumó a la Argentina el ingreso del Kun Agüero por Higuaín y menos el de Rodrigo Palacio por Lavezzi.


José Mastandrea, para El País, de Montevideo (Uruguay):

«Llora Mascherano, y con él todo un país, porque fue el símbolo de la selección. El estandarte de la Argentina, el que la sostuvo en los peores momentos de la Copa, el que sacó adelante con entrega, temple, lucha y amor propio, pero también con clase y fútbol.

Llora Schweinsteiger, y con él todos los alemanes acá y allá. Son lágrimas de alegría, de felicidad, de otro símbolo, de un gladiador, que peleó como nunca por esa Copa que en unos minutos va a tener en sus manos.

Todos lloran. Unos de inmensa alegría por la victoria y otros por la enorme tristeza de la derrota. Son las dos caras del fútbol. Pero conviven, y se cruzan unos con otros, absortos en lo suyo. El partido terminó. Alemania le ganó a la Argentina con un golazo de Gotze cuando ya casi se moría el segundo alargue y todo Maracaná esperaba los penales. Desborde de Schuerrle, centro preciso a la carrera, y nadie en el área para controlar al delantero alemán.

Fue la única falla, la única distracción, y a cobrar. Los alemanes no perdonan. Una sola chance, y adentro. En ese momento, todos recordamos y repasamos las chances que había desperdiciado Argentina. La de “Pipita” Higuaín, solo mano a mano con Neuer y la tiró afuera, la de Messi, cuando cruzó su disparo y se fue apenas afuera por centímetros junto al segundo palo, o esa que tuvo Palacio, con la pelota picando frente a Neuer y definió mal, por arriba, pero sin dirección. Tres clarísimas. Tres casi-goles errados que terminaron pesando en el trámite y en la definición.

Ya está. El partido se fue. Quedan los recuerdos de las jugadas. De esa lucha titánica de los protagonistas, de los dos planteos tácticos, de ese partido jugado con dientes apretados y mucho corazón, con un esfuerzo titánico, sacando fuerzas de todos lados en busca del triunfo, de la gloria, de la Copa. (…)»

José Sámano en El País, de Madrid (España):

«(…) Fue una final honorífica para Maracaná, un partido que merecía Brasil, porque el cataclismo de su selección no puede dar carpetazo a su imborrable archivo del tesoro. Alemania y Argentina se tiraron el fútbol a la cara, el de cada cual, sin que nadie se reservara nada. No hubo fuegos de artificio, sino un encuentro cuerpo a cuerpo, con timbre en las dos áreas, con Romero y Neuer en alerta máxima, con los alemanes con el balón cosido al pie, trazo a trazo, con un apoteósico Lahm, un sabueso Müller, un monumental Neuer, un solemne Kroos. Alemania, con mimo, dedicación y paciencia, ha acunado un equipazo que puede crear escuela. No la tiene Argentina, pero se manejó como el equipo afanado que es y con el turbo a todo gas. Si los germanos gobernaron los espacios reducidos, los sudamericanos dominaron el campo abierto hasta que a Messi se le hizo un mundo inabarcable.

Argentina se impuso por encima de su valía, al menos de la mostrada hasta su estupenda puesta en escena en el día grande. Apareció el equipo mancomunado de siempre, pero nunca aceptó la heroica del que se siente más débil. Acorde con su cromosoma, todos fueron argentinos hasta el tuétano, con lo mucho que eso supone: nada de intimidarse. A las órdenes de Mascherano, la Albiceleste se abrochó cerca de su portero, pero no titubeó en desplegarse en estampida. Messi arrancó con donaire y citó en carrera a los zagueros alemanes, Lavezzi sacaba de rueda e Higuaín estaba al acecho.

Alemania, glorificada de por vida tras arrasar a Brasil, se sentía amenazada, no estaba ante un adversario con taquicardia. Higuaín le hizo palidecer tras un grotesco error de Kroos, al que le dio una pájara y quiso ceder la pelota a su portero cuando en medio del tránsito estaba el Pipa. El ariete argentino enfiló en línea recta hacia Neuer y disparó torcido. A veces, con el gol tan a la vista, algunos se ciegan. Higuaín, por dos veces, tuvo el edén a sus botas. La realidad le desbordó. Acabó en el banquillo. (…)».

Cristian Caamaño, del diario La Tercera, de Santiago de Chile:

«El Maracaná hizo justicia por partida doble. En una final dramática coronó campeón a Alemania y reivindicó al fútbol colectivo y de posesión, como sucedió en Sudáfrica con España, ahora en Brasil. Los germanos, con el último aliento, superaron por la cuenta mínima a una corajuda Argentina, que terminaría dejando la vida en la cancha.

Gran campeón Alemania, que nunca renunció a su idea. Aquella que se forjó desde los fracasos de 1998 y 2000. Que renunció al musculo para buscar talento desperdigado en su tierra y también que vino con los inmigrantes. Los atletas hoy dieron paso a una casta de grandes jugadores, que devuelven a la escuela germana a la cima del mundo.

Lo quiso y buscó siempre Alemania. El sueño debía abrazarlo a partir de sus principios básicos. Toque, búsqueda de espacio, profundización en el momento justo. Nunca un pelotazo sin sentido. Siempre pelota al piso y desequilibrio individual.

Argentina no se salió nunca de su esquema pragmático. Valorando más lo colectivo que potenciando las habilidades de Lionel Messi, el combinado albiceleste esperaba arropado cerca de su área, pero con la lanza de punta filosa siempre lista para el combate. La idea era cerrar espacios para evitar que la posesión de pelota de los germanos tuviera profundidad. Y al primer error, intentar golpear de contra.

Pese a no tener nunca el control del juego, el seleccionado transandino dispuso de tres chances claras para convertir en el primer tiempo. Claro, los errores de posicionamiento y con balón del fondo germano ayudaron a los atacantes argentinos, que gozaron de espacios y chances para liquidar.

Sin embargo, Gonzalo Higuaín falló increíblemente un mano a mano con Neuer, luego quedó fuera de juego tras un gran centro de Lavezzi, y posteriormente no pudo conectar una arropada de Messi desde la izquierda. El Pipita, el héroe ante Bélgica, no podía sacar provecho de esos minutos favorables para Alemania,

Alemania tenía el balón, pero no podía romper la muralla defensiva de Sabella. Tenia metros para avanzar incluso en zona rival, pero caía en la trampa del embudo que tendía Argentina en la última fase. Sin precisión para un pase entrelíneas y con Klose muy bien tomado por Garay y Demichelis, todo parecía supeditado a una escalada de Lahm o algún centro de Müller.

Sergio Romero, el héroe en la definición por penales ante Holanda, recién vino a tener trabajo sobre el final, cuando Argentina se fue quedando sin piernas para hacer los relevos defensivos. Entonces, con menos hombres defendiendo, Alemania comenzó a tener ventaja. Y la empezó a utilizar a su favor. (…)».

Héctor Ortiz, para el diario Milenio, de Ciudad de México:

«(…) Totalmente desbocados, con la consigna de adelantarse en el marcador antes que el rival, Argentina, vía Lionel Messi, tuvo al 46 esa jugada que pudo consagrarlo como un héroe nacional en tierras sudamericanas pero el caprichoso Brazuca besó el poste del arco alemán y el grito del gol murió ahogado en la garganta de millones de Argentinos.

Bajo el cobijo de miles de alemanes y brasileños presentes en el Maracaná, los de Löw comenzaron a inclinar la cancha a su favor y con buena distribución del esférico buscaron maniatar a los ‘locales’.

Al 70′ la fórmula casi fructifica, un par de paredes dentro del área argentina y Schürrle incapaz de controlar el esférico, se pierde una clara para los germanos.

Al 76′, Sabella sacó a Higuaín del campo, desafortunada participación del argentino en el momento más importante del campeonato, Palacio sería el encargado de acompañar a Messi en el ataque sudamericano.

Tres minutos más tarde los alemanes incendiaron el área de Romero, una vez más la incapacidad ofensiva de Höwedes evitó que éste se diera la vuelta e impactar para colocar la ventaja germana en el luminoso, instantes después fue Toni Kross quien recibió un balón en diagonal y con displicencia envió su disparo a un costado de la portería, los teutones no la querían meter.

¡Tenemos tiempos extras! 90 minutos no fueron suficientes a pesar de las múltiples aproximaciones que ambas selecciones presentaron, no pudieron definir un digno encuentro de final de Copa del Mundo en tiempo regular.

38 segundos del 1er. tiempo extra, latigazo descomunal de Alemania que de no ser por la oportuna intervención de Romero hubieran cambiado el rumbo del partido desde ese entonces, los alemanes seguían perdonando.

Como cualquier alumno aprende del maestro, Rodrigo Palacio emuló la falla de Gonzalo Higuaín en el primer tiempo y tras bajar un esférico dentro del área de Neuer, solo y sin marca, quiso clarear al portero cuando éste salió a achicar y el balón se fue lejos del arco manteniendo la paridad en el marcador.

“Tanto va el agua al cántaro” hasta que llega Mario Götze con una poesía de jugada dentro del área argentina, bajando el balón con el pecho y antes de que éste tocara el tocara el suelo impactó de media vuelta para cruzar a Romero y con esa magistral definición entregarle a la Mannschaft su cuarta Copa del Mundo, el primer europeo en conquistar la copa fuera de su continente. (…)».

Alejandro Pérez y César Moreno para la revista Semana, de Bogotá (Colombia):

«(…) Esta vez no fueron siete goles, fue uno el que hizo la diferencia, una joya de Götze tras pase de Schürrle por derecha, esta vez no se paseó nadie en la cancha, y tanto alemanes como argentinos dejaron todo en la cancha. Alemania llegó pues a su cuarto título del Mundo, después de los de Italia 90, Alemania 74 y Suiza 54.

Argentina tuvo varias oportunidades de liquidar a Alemania y es eso lo que más le dolerá a los dirigidos de Sabella; recordar los mano a mano que tuvieron Higuaín en el primer tiempo, y Messi y Palacio en el segundo para desequilibrar y que los dioses del fútbol no perdonaron con su inclemente “el que no los hace los ve hacer” serán un fantasma difícil de taimar para los hoy dolientes perdedores.

Alemania no contó con Khedira desde el inicio, y se sintió su ausencia. Argentina espero diez minutos de aluvión y comenzó a mostrar los dientes, de nuevo por derecha con Lavezzi, tal como lo sufrió Holanda en la semifinal. El partido fue intenso, tuvo opciones, tuvo el toque paciente de Alemania, tuvo el muro fuerte de Argentina y sus repentinos contragolpes. Fue parecido el trámite al partido entre Argentina y Holanda, pero abría campo a mayor incertidumbre, Alemania no lucía tan sólido atrás y también por su lado derecho abría una grieta.

Los de Sabella se dieron cuenta y pudieron abrir el marcador por ataques en esa zona, al punto que Boateng -que fluctuó entre el nerviosismo y la seguridad- rechazó un balón que lentamente se disponía a cruzar la línea de gol después de una incursión peligrosa de Messi que incluso superó a Neuer. Alemania también tuvo sus oportunidades, pero en estas se encontró con Romero y también con el palo.

(…) La postal de un campeón que a pesar de chocarse contra el muro argentino siguió hasta conseguir el objetivo vino en el segundo tiempo extra, Schweinsteiger no dudó en volver al terreno, así su rostro acabara de ser golpeado y se viera ensangrentado. El gol cayó al minuto 112 y no hubo vuelta atrás, cortó de raíz el sueño de la Argentina de Lionel Messi de conquistar la Copa en el Maracaná de Rio. Se acalló «Decíme que se siente».

Götze, considerado junto a Mesut Özil de los más técnicos de la formación, tuvo un paso discreto por el mundial, anotó frente a Ghana pero su juego parecía displiscente y tímido, pero el monstruo bajito del Bayern de Múnich regresó y castigó cuando se esperaba una decisión por penales.

El público del fútbol agradece la final, su intensidad y la factura del gol que definió el pleito, digno de una Copa como la que termina con este campeón coronado. En cuatro años habrá fútbol en Rusia, qué espera tan larga…».

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